domingo, septiembre 22, 2013

Artículo de Alex



De nuevo escribo sobre Alex Ayala. Dos post anteriores  están relacionados con él; el  artículo ",amo , odio ,a los tartamudos",  y sobre  su libro , " los mercaderes del Che". Como no hay dos sin tres, el tercer post proviene de un artículo que ha escrito en el diario clarín ,” Si me olvido que soy tartamudo hablo mejor”. Alex nos desgrana como ha sido su convivencia con la tartamudez, un retrato del poder que en momentos puntuales puede  alcanzar la tartamudez en la vida de las personas tartamudas. Al mismo tiempo describe como se puede erradicar  ese  poder maléfico que alberga en su seno la tartamudez.



"Ruido en la comunicación. No recuerda su infancia como una etapa feliz –confiesa el autor del texto– a causa de la angustia que sentía por este trastorno y por las innumerables terapias sin resultados. Todo cambió recién cuando le quitó presión al tema.


Cada vez que un amigo me comenta por teléfono que se me escucha entrecortado –no por cruel o con la intención de echar sal en mis heridas, sino cuando falla la conexión o cuando me hallo en algún rincón remoto de Bolivia–, le llamo hijo de puta. Y lo hago despacito, masticando cada sílaba para que me entienda. Después, el que está al otro lado de la línea suelta una poderosa carcajada porque sabe que me encanta el humor negro, burlarme de mí mismo. Y solemos acabar riendo los dos juntos hasta la lágrima.
A menudo, hay gente que me grita porque piensa que estoy sordo y los que no me conocen me encaran con gestos histriónicos porque intuyen que soy yo el que no les comprende bien a ellos. Desde que tengo uso de razón, los sonidos que nacen de mis labios se reproducen compulsivamente antes de matar muriendo. Y yo muero por la boca cada vez que hablo. Soy tartamudo, “repetidor” profesional, y a mucha honra. No concibo mi problema como un ancla, sino como catapulta: 40 millones de tartamudos en todo el planeta algo interesante tendremos que decir al mundo, aunque nos miren como a un freak de circo, aunque nos cueste innumerables dolores de mandíbula expresarnos.
Hay tartamudos que han entrado por la alfombra roja a nuestros sillones a través del cine, como Bruce Willis, Anthony Hopkins y Nicole Kidman. Los hay como Tiger Woods: deportistas exquisitos capaces de embocar una pelota en un hoyo a cientos de metros. Los hubo estadistas, como Napoleón o Winston Churchill, escritores, como Miguel de Cervantes, naturistas que dejaron huella, como Charles Darwin, oradores prodigiosos, como el griego Demóstenes casi cuatro siglos antes de Cristo. Y también, tocados por la mano de Dios, como Moisés para partir en dos las aguas del Mar Rojo.”
Termina de leer el artículo completo en Clarin